Agenzia Immobiliare Ulivieri S.a.s. di Ulivieri R. e Nonni R. & C.

Estamos en San Prospero; un nombre que ya evoca tranquilidad, tradición y la reconfortante solidez de la vida cotidiana. En este marco de sabor auténtico, se erige, con la discreta firmeza de quien ha atravesado el tiempo sin perder su dignidad, una construcción de 1967. El edificio, típico intérprete de la urbanística de aquellos años, se presenta con volúmenes regulares y tonos pastel: un vínculo armonioso que devuelve inmediatamente la sensación de hogar, de una arquitectura pensada para durar, no para impresionar.

El contexto que lo rodea es cuidado y agradable, casi un pequeño fragmento de memoria urbana preservado con respeto. Descendiendo por una breve calle que abraza suavemente el perímetro del edificio, se llega a los dos garajes de propiedad. El primero, más acogedor, parece hecho a medida para recibir motos o scooters, vehículos ágiles y urbanos; el segundo, de dimensiones más generosas, acoge con naturalidad un utilitario, sin pretender albergar vehículos de mayor tamaño. A pocos pasos, casi como un pequeño jardín secreto, se abre un trozo de patio exclusivo: un rincón verde, de forma regular y cercado por una barandilla de hierro incrustada en un muro de ladrillos, que cuenta una idea de cuidado y de intimidad doméstica.

Para alcanzar la vivienda en sí, se deben enfrentar los cincuenta escalones de la escalera del condominio, una ascensión ligera, no del todo fatigosa, que introduce a un lugar donde el tiempo parece haberse posado con delicadeza. Al llegar frente a la puerta de madera, basta con alzar la vista para vislumbrar el altillo, un pequeño espacio suspendido, accesible mediante una escalera removible, perfecto para guardar recuerdos y objetos de uso no cotidiano, como un archivo silencioso de la vida de quienes allí habitan.

En el interior, la casa se revela con su reconfortante regularidad: el pasillo central actúa como columna vertebral, conectando con armonía cada ambiente. La distribución, hija de una época racional y ordenada, se ofrece hoy como base sólida para nuevas interpretaciones. En el lado derecho de la entrada encontramos la sala de estar, actualmente destinada a dormitorio principal, y la cocina habitable, que se abre al balcón angular, una vista luminosa y aireada que abraza dos lados del edificio. Al lado de la cocina, se encuentra un cómodo trastero donde está presente la caldera del inmueble.

En el lado opuesto, la zona de noche acoge una habitación matrimonial y un baño con ducha y ventana, ambientes esenciales pero funcionales, listos para ser reinventados con gusto y modernidad.

El inmueble, aunque requiriendo intervenciones de renovación, ofrece infinitas posibilidades de reinterpretación: desde la recuperación del encanto original hasta el diálogo con un lenguaje más contemporáneo. Una sabia intervención técnica podría rediseñar sus espacios, armonizando la memoria del pasado con las necesidades de la vivienda moderna.

Es una residencia que también se presta a un destino de ingresos, ideal para quienes desean invertir en un contexto apreciado y vital, pero es sobre todo una casa que, tras sus paredes simples y sinceras, guarda la promesa de una nueva historia por escribir con el respeto por lo que ha sido y el entusiasmo por lo que podrá convertirse.